Pacientes de terapias Naturales

Kissi

Traté a Kissi allá por el año 2009 por unos problemas de sobre todo tirar de la correa, y otros temas relacionados a ansiedad y estrés.

Marvin

Un perro labrador de Barcelona, que cuando comenzamos a trabajar con él, era muy cachorro. Tenía una energía muy elevada y no pasea a la par, ni iba como corresponde en la ciudad ya que tenía comportamiento de estar siempre pendiente de todo menos de quien le llevaba a pasear.

Fue un caso muy especial, ya que ha sido el perro que he atendido, que aprendió a pasear a la par en tan solo 15 minutos, lo comento siempre en todas mis charlas porque esto no lo vi nunca.

Max

Max un Border Collie con una altísima energía,  muy joven tambien hay que decirlo y sin actividades propias de un perro con estas características. Al ponerse en contacto el responsable del perro, nos pusimos a trabajar en estos temas fundamentales, para un perro de estas características. Al poco tiempo Max comenzó a tranquilizarse y a estar más en la casa, ya que por su energía desbordante, se escapaba y se iba a dar unos largos paseos por su urbanización solo y sin control.

Por suerte sus responsables optaron por una terapia de relajación y no, como hacen la mayoría de las personas que tienen Border Collie, que por recomendación les hace hacer agility o actividades de activación. Esto no sirve, muy por el contrario a parte de hacerle daño en lo que concierne a lo físico los activa y estresa mucho más de lo que se piensa.

Hoy Max disfruta de una vida relajada y tranquila.

Gasfby

Este Cocker es Gasfby, tenía un gran problema de ansiedad y esa ansiedad le provocaba una conducta agresiva bastante importante, tal era que su responsable por prescripción del veterinario, le daba ansiolíticos 2 veces al día para tenerlo calmado y relajado- se hizo un trabajo de a penas 15 días y no se le dí más ningún medicamento.

Timi

Timi un perrito que se sacó de la protectora Bu Bup Parc, cuando tenía 6 meses. Este yorki ha sido el perro más mordedor que he visto, de hecho estaba en la protectora por este comportamiento. Lo adopto una amiga mia. y con mucho trabajo, logramos hacerlo sociable y  si bien es un perro con un carácter especial, pero en realidad es sociable y cariñoso. 

Hoy Timi tiene 11 años.

Furia

Cooper

Cuando conocí a Cooper, era un cachorro de 5 meses, (ya corpulento como todo labrador a pesar de su edad), sus responsables estaban muy angustiados porque Cooper, no acabada de hacer las cacas duras. Cuando me comentaron esto, les pregunté que les había dicho el veterinario de él? y me dijeron que le habían hecho analiticas y todo estaba bien, que le habían cambiado el pienso y la alimentación muchísimas veces y nada. Que desde que lo tenían no habían visto nunca una caca dura.

Le dije esto es estrés, comenzamos una terapia apuntando a este problema y en 3 días Cooper comenzó a hacer las deposiciones perfectas.

Nona

Un caso más extremo y triste que pude tener, una perrita que fue rescatada por una vecina de Lloret de Mar, ya que los vecinos de abajo (donde vivía esta señora), cuando Nona tan solo tenía meses, le pegaban y le trataban muy mal. Cuenta la señora que llegó oír que cuando llegaban de la calle las personas que tenían a la perrita y ella iba a recibirlos, le daban una patada que la hacían rodar como si se tratara de una pelota, por todo el pasillo de entrada, además de los gritos de dolor del animal.

Hasta que un día bajó y se las pidió y se la quedó.

Trabajamos con Nono miedos a personas, miedo y socialización con perros, autoestima por el suelo, seguridad y paseo a la par, ya que no sabía ir a la cuerda. 

Hoy Nona no está, falleció hace unos años, pero fue un caso muy bonito de tratar y de rehabilitar, ya que desde que estuvo con la persona que la rescató vivió una vida muy feliz y cómodo.


Conan,  una historia de amor

Una historia de amor

Es una historia de amor, no como las que podréis leer en un libro. Es una historia de verdad y el protagonista es nuestro último compañero de vida peludo.

Contar la historia de Conan, no empieza contando su historia, si no la mía, la persona humana que él adoptó y que vino a ayudar en su camino de vida.

Mi padre no nos dejaba tener animales, pero siempre sentí un gran amor y una fascinación hacia ellos y su capacidad a vivir el momento presente, a disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece la vida y su capacidad impresionante de resiliencia.

Disfrutaba pasando tiempo con todos los que podía cruzarme. Cuando por fin tuve más o menos mi vida “encaminada” adopté 2 perros, Rocco y Kiona. Y pensaba que yo me encargaría de enseñarles “cosas”. Gran error… Ellos me enseñaron a mí, más de lo que yo les enseñe a ellos. Gracias a ellos, decidí acoger perros de protectoras durante unos años. Y solía salir hasta con siete perros al bosque (los míos, los de acogida y los de los

vecinos que se apuntaban a la fiesta). Es decir que hasta ahora me consideraba una persona con algo de experiencia en perros. Y mi pareja también siempre había tenido perros en su casa.

Pasaron los años y por distintos motivos deje de ser casa de acogida. Rocco y Kiona empezaron a ser mayores y siempre me había preguntado si era mejor esperar a que les llegase su hora antes de traer a otro perro. ¿Y qué perro? Siempre tenía la idea de adoptar un perro adulto, un moloso (porque siento devoción por los perros grandes) ya que los cachorros encuentran más fácilmente adoptantes y pueden llegar a ser un incordio para los perros mayores. Además, prefería darle una oportunidad a un perro que no había tenido suerte en la vida.

Pero mientras estaba atormentada por el dilema de saber si adoptaba ahora o más adelante, vi un día la foto de 3 cachorros en adopción en Napame y sentí un pinzamiento en el corazón que me decía “es él”… Pero claro, ya tenía 2 perros muy

mayores, muy enfermos que requerían muchos cuidados tanto a nivel económico como personal. ¿Y ahora qué?

Hacía ya 2 días que había visto la foto y no me la quitaba de la cabeza. El sábado, comiendo en un restaurante, le enseñé la foto de los cachorros a mi pareja como le enseñaba a menudo otras y mientras se humedecían sus ojos me dijo “vamos a

buscarlo”. Yo no le había mencionado nada de buscar a adoptar, ni cual de los 3 me había llamado más la atención. Y curiosamente, coincidimos en el mismo cachorro.

Unos días más tarde y unos 675 km más tarde, tan felices, llegábamos allí… Tengo que admitir que fue una gran lucha interna para no traernos a un hermanito o hermanita más.

Pero teníamos que ser razonables con nuestras circunstancias en casa. La prioridad era “preservar” a los abuelos que tanto cariño nos habían dado y que bien se merecían una

jubilación tranquila.

Muchos pensaron que no tenía sentido ir a buscar un perro tan lejos, pero para nosotros sí que lo tenía. Era él y no era otro. Y si Rocco y Kiona me habían enseñado mucho, Conan me iba a enseñar mucho más aún de lo que yo podía haber esperado.

 

El trayecto de vuelta con él fue maravilloso, sin ninguna incidencia. Y así fueron los primeros meses hasta que empezó a mostrar agresividad hacia los 2 perros mayores a la hora de la comida. Cada día el nivel de agresividad subía por mucho que interviniera corrigiendo la situación. También en la calle… Conan despertaba agresividad en perros que en un principio se veían muy equilibrados y observando cada vez más la situación

me di cuenta que el problema venía de él. No de los otros. Los otros intentaban corregirle a él. Conan era extremadamente miedoso, cosa que había detectado desde un principio pero a la cual no había dado la importancia necesaria, pensando que era fruto de su corta edad y que se arreglaría conforme fuera creciendo.

En vista de que la agresividad iba en aumento y que Conan ya tenía 6 meses, y que al a ser un cruce de mastín, era un perro “contundente” que crecía mucho de un día para el otro y que se tenía que controlar de una manera u de otra, contratamos a un educador en positivo. Este educador nos explicó que Conan tenía un alto nivel de estrés, que no usaba en absoluto el olfato. Nos aconsejó una serie de pautas, como dejar de darle la

comida con los “abuelos” y dejársela en el suelo en el jardín para que hiciera un trabajo de olisqueó (a la larga fue peor el remedio que la enfermedad ya que se obsesionaba con cualquier ruido y comía con ansiedad a toda prisa por si alguien le viniera a robar la comida) y las técnicas a la hora de la modificación de conducta consistían en premiar al perro en el momento que nos miraba cuando se ponía agresivo. Desde el minuto uno, me pareció una muy mala idea ya que consideraba que íbamos a premiar al perro cuando era agresivo con otro perro. Y así fue. La cosa iba de peor en peor, el perro cada

vez más fuerte físicamente y nosotros saliendo con él a pasear a regañadientes porque no era plato de buen gusto estar luchando con una fiera y volver contracturados y

estresados. El estrés que llevaba Conan seguía en aumento, podía estar todo el día gruñendo para cualquier ruido exterior, ladraba sin cesar, no dormía a penas y personalmente llegue a estar desesperada pensando que esto iba a acabar mal, muy mal.

He de precisar que trabajo en casa, con lo cual estoy todo el día en casa con los perros y Conan no me dejaba trabajar, cosa que no hacía más que empeorar mi estrés. En casa nos contagiaba a todos con su estrés, y de este bucle de estrés era difícil salir.

Decidí entonces recurrir a una acupuntora, pero su consulta estaba en Girona, y llevar a Conan en una ciudad era estresarlo más, intentaba atacar a todos los perros que se cruzaba por la calle… Se ponía a vomitar del estrés sólo con ver algún perro a 100 metros, estando él en el coche... En fin… Esto ya era insostenible… Hasta que me dio un ataque de llanto en la consulta de esta pobre mujer…

Fue entonces cuando ella me habló de Coqui Vega, un terapeuta natural canino que con su propio método conseguía unos buenos resultados en la mayoría de los casos.

El adiestrador en positivo que teníamos contratado era un chico muy majo y lleno de buena voluntad, pero estaba claro que el caso le venía muy grande. Así que no teníamos nada que perder. Llamamos a Coqui y semanas después ya empezábamos la terapia de “familia”… Porque aquí, lo importante es que todos teníamos que cambiar el “chip”, empezar de cero. A los pocos días, siguiendo sus recomendaciones, Conan empezó a

“descansar”, cosa que no había hecho nunca. Las 3 primeras semanas fueron algo duras y quiero precisar que fueron duras para nosotros, no para el perro. Lo tuvimos que “ignorar” 3 semanas: no mirarle, no hablarle, no dejar que nos pastorease, ya que nos  habíamos convertido en su rebaño de alguna manera. Conan no era un perro dominante cuando llegó, pero a base del adiestramiento en positivo, ya lo estaba siendo. Así que nada, 3 semanas a no prestarle tanta atención, recurriendo a aromaterapia, y tratando de dar paseos en sitios donde no nos encontraríamos con otros perros…

Y así fue bajando el nivel de estrés que había acumulado su cuerpecito todo este tiempo.

Tengo que añadir que mi pareja y yo nos sentíamos muy frustrados por no saber manejar esta situación, pero que para nosotros, rendirnos no era una opción. Al igual

que unos padres tienen que tratar de solucionar problemas de conducta con sus hijos, nosotros, como responsables del perro, teníamos que hacer lo mismo. Para que el pudiera vivir más feliz y equilibrado, y para tener harmonía en casa. Personalmente,

siempre vi el potencial y el alma noble y bondadosa que tenía Conan, simplemente no sabía como borrar estos miedos que le llevaban a atacar a cualquier perro “por si acaso”… Su lema era “le doy yo primero, así, seguro que no me da él a mí…”

Teníamos al perro del Dr Jekyll & Mr. Hyde en casa.

Tuvimos que bajar nuestro nivel de energía y aprender a no alterarnos a la primera, permitiendo así a Conan calmarse también en situación tensa. Porque Conan es un perro

extremadamente sensible. No se le puede levantar la voz ni lo más mínimo, sino se bloquea. Hay que hablarle y darle las ordenes de obediencia básicas con mucha calma, y si es susurrando mejor.

No os diré que ha sido fácil, porque ha sido mucho trabajo y aún quedan a veces pequeñas reacciones, aunque muy controlables y que irán desapareciendo cuando llegue a la edad adulta (actualmente tiene un año y ya ha entrado en la adolescencia). Pero en unos pocos meses, Conan ha pasado de querer atacar a cualquier perro a tener curiosidad por conocerles y cuando ya han pasado los 2 primeros minutos críticos, se divierte mucho con ellos y se muestra muy sumiso y paciente con ellos. Ya tiene unos cuantos amigos con los cuales se muestra muy respetuoso y sumiso, sabiendo que físicamente él podría dominar a cualquiera de ellos. También tengo que agradecer el trabajo de Rocco (Kiona ya nos ha dejado) que como buen perro equilibrado y seguro de si mismo siempre ha intentado hacer de mediador y Conan le ha visto muchas veces actuar con otros perros y se ha dado cuenta de que los demás perros no tienen por qué ser malos.

Gracias a Conan, ahora estoy estudiando Terapía Natural Canina con Coqui y estudiaré pronto comunicación y telepatía con animales, cosas que seguramente no habría estudiado si no hubiésemos pasado por estos meses tan delicados.

Hoy estoy viendo el maravilloso perro que sabía que era. Los que lo conocen no me creen cuando les cuento como se ponía Conan en la calle o inclusive con los perros ancianos de la casa. Cuando les decía “Voy a salir con Hannibal Lecter al bosque…”

(no nos quedaba más remedio que ponerle un bozal, visto que en momentos de pánico atacaba a todo lo que tenía alrededor, inclusive nuestras piernas), nuestras amistades se reían porque pensaban que no era para tanto… Y sí que lo era, pero por suerte y gracias a Coqui Vega y las herramientas que nos ha dado, hemos conseguido revertir esta  situación y tener un perro 10.

Todo este camino de piedras ha valido la pena y esto hace que lo queramos más aún.

Los perros tienen una maravillosa capacidad de resiliencia que quisiéramos tener los humanos. Conan es la prueba de ellos. Y como él, lo puede ser cualquiera.

Por eso si os veis en una situación muy problemática, no os rindáis. De verdad, merece la pena luchar para conseguir esta harmonía. Si no os va bien un educador, buscáis a

otro y seguro que encontraréis alguien que os pueda aconsejar muy bien, trabajando con amor y empatía, intentando pensar como un perro, dejando de humanizarlo, coso que tendemos a hacer todos.

Todo tiene solución con paciencia, comprensión, empatía y amor. Mucho amor.

Y hay algo fundamental que no se ha de perder de vista. Nuestros compañeros son nuestro espejo. No llegan a nuestras vidas de casualidad. Son nuestros pequeños maestros y les tenemos que agradecer todo lo que hacen por nosotros, bridándoles empatía y comprensión.

Gracias a todos los perros que han pasado por mi casa, tanto los míos como los de acogida y los de los vecinos, especialmente uno que hace años, decidió que prefería pasar más tiempo en mi casa que en la suya. Todos me han enseñado mucho. Y gracias

a Conan por el pedazo de lección que nos ha dado…

Te queremos…